November 10, 2004

adiós para siempre, otra vez

¡No, no crean que les estoy diciendo adiós a ustedes! El adiós lo he dedicado a la sección geriátrica de mi familia. Tengo dos tías abuelas en la antesala de San Pedro y una abuela luchona que a ratos está bien, a ratos está mal.

Algunos de ustedes ya me han visto como dejo todo cuando abue tiene una recaída. Una vez estaba paseando a mi perro en el parque cuando sonó el teléfono y me dijeron que ya era hora. Le dejé el can encargado a una amiga, tomé un taxi y luego un avión. En Monterrey se sacaron de onda al verme llegar sin equipaje (neta, ni un cambio de calzones traía), pero, ¿a quién le importa la ropa cuando esos 10 mins de empacar pueden hacer la diferencia de ver por última vez a una de tus personas favoritas del planeta?

Despedirme para siempre ya se ha vuelto una costumbre, y ya hasta hay un protocolo. Me despido cool, como si fuera al super y de regreso.. pero la mirada, LA mirada, es diferente. Es una mirada intensa de dos vías que comunica todo, el pasado, el presente y un futuro incierto. Una mirada de 'aquí está toda mi vida y todo mi amor por que lo más probable es que no te vuelva a ver'. Realmente intensa. Y después de esa despedida, con esa mirada, me voy sin voltear hacia atrás y no vuelvo a despedirme, nisiquiera con un ligero bye.

Seguro has tenido despedidas así, o por lo menos similares. Me cuenta mi madre que el día que me fuí a Los Angeles ella trató de ser cool pero sabía que de ese momento en adelante ya no volveríamos a vivir en el mismo techo. No fue un adiós para siempre, pero si un adiós a la vida como la conocemos ahora.

Esa clase de despedidas me ponen la piel chinita, y más cuando las tengo que aplicar en repetidas ocasiones. A veces es triste, aveces es más duro, a veces es tranquilizante. Pero lo bueno es que ya estamos en paz.

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