si, soy vanidosa. ¿Quién no? Y a veces cuando me forzan a pasar ratos frente al espejo, como cuando vas a que te corten el pelo, se concentra mi vanidad. Normalmente, en esos momentos de podada de cabeza que tienes el cabello mojado y por todos lados, la cara lavada y una lucesota enfrente no me gusto.
Pero ayer me miré al espejo mientras me arreglaban. Y me gustó lo que vi. Ya no traigo ojos de lunática sino que tengo una mirada feliz. Todavía no encuentro más arrugas que las fisuras que tengo a los lados de la boca de tanto reir, pero si las tuviera serían las marcas de la experiencia y estaría orgullosa de ellas.
Cara lavada, pelo mojado, toalla por vestido, pero me gusté. Creo que ya llegue al punto del adulto maduro y a gusto en su propia piel.
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